Uno de los factores que hacen a la selección del vidrio como material de
envase es su transpariencia, es decir, la propiedad mediante la cual es
posible ver a través del mismo y visualizar su contenido.
Hay una amplia gama de vidrios, desde los que son prácticamente
transparente a todas las longitudes de ondas, hasta los que son totalmente
negros, pasando por los vidrios de transpariencia selectiva, de colores
variados.
El factor determinante del color del vidrio es la capacidad de absorber
selectivamente, y en determinado grado, las distintas longitudes de
onda del espectro luminoso. Esta capacidad de absorción está íntimamente
ligada a su composición química y al proceso de fundición y elaboración.
No todo el espectro luminoso de la luz solar tiene el mismo poder actínico
y asi podemos decir que el efecto más marcado se encuentra en las
longitudes de onda más cercanas al ultravioleta, siendo la máxima
precisamente en la zona ultravioleta. Es por ello que cuando se necesita
protección luminosa en el envase de vidrio, debe evitarse la transmisión
de ondas menores.
No todos los vidrios de color son protectores contra las radiaciones
ultravioleta y el color visible no es un criterio suficiente para
garantizar la protección deseada, ya que es muy posible tener dos vidrios
de colores visibles similares pero con características de protección
actínica en su totalidad diferentes. En este sentido el criterio, es
eliminar la subjetividad mediante el uso de la determinación
espectrofotométrica.
El más utilizado es el vidrio ámbar para el envase que requiere esta
protección, pero es importante tener en cuenta que dicho color es dado
por el óxido de hierro, que en pequeñisimas cantidades puede transferirse
al contenido del envase.